Llevaba muchísimos años afincado en Mallorca tras formarse artísticamente a la vera de Pablo Picasso, su gran maestro artístico.

Por Tolo Payeras
elmundodetolopayeras.com

Palma.- Aún que no era mallorquín de nacimiento, podemos decir aquel refrán que dice: «No se és de dónde se nace, sino de dónde se pace».

Julio Viera había nacido en Las Palmas de Gran Canarias, pero después de formarse en la Escuela de Bellas Artes, emigró a París buscando su propia personalidad artística.

Frecuentando los locales parisinos donde compartían tertulia los literatos y artistas y también sin ninguna duda, con todo personaje relacionado con la cultura, tuvo la gran suerte de conocer ocasionalmente o no tanto ocasional como hacía ver, a Pablo Picasso.

El maestro se interesó por las dotes artísticas del joven Julio Viera y no dudó en hacerlo su compañero de estudio y de este modo el joven canario adquirió destreza en sus obras pictóricas influenciado por el gran maestro malagueño.

Con su desparpajo e incluso heterodoxa personalidad, siguió frecuentando la barriada cultural de París tan conocida como (La Bohemme) dónde además de grandes pintores también hizo amistad con importantes escritores, lo que con el paso de los años también amplió su formación cultural a la escritura, dejando además de una gran colección plástica, también importantes obras literarias.

Fallecido Picasso, su gran maestro, decidió marcharse de París y como Las Palmas las encontraba lejos para extenderse socialmente al mundo cultural su ya formada expresión artística, cambió Las Palmas de Gran Canaria por Palma de Mallorca, la ocurrencia era el parecido nombre y sin lugar a duda también sus raíces isleñas.

En Mallorca ha vivido décadas y sin duda, además encontró su lugar artísticamente a través de exposiciones de gran éxito y además ampliando su labor cultural a importantes obras literarias, naturalmente relacionadas con las artes plásticas.

Yo personalmente lo conocí en los años setenta y tuve la fortuna además, de entablar una buena amistad con Viera.

Era muy hablador y no escatimaba ningún comentario del tipo qué fuera, seguía con instinto felino sus formas bohemias que había adquirido en París y si lo encontrabas en alguna barra de bar nocturno, podías estar horas y horas charlando con él, mejor dicho, escuchando sus hazañas y experiencias adquiridas en los años con su relación bohemia en París.

Podías hablar con Julio Viera de política, de mujeres, de sexo, de tauromaquia porque era muy aficionado a los toros y precisamente a mi personalmente me cautivaron sus experiencias con Luis Miguel Dominguín qué como todo el mundo sabe era casi familia con Picasso de hecho, el maestro malagueño era el padrino de su hijo Miguel, con los años popularmente conocido cantante artísticamente con el nombre de Miguel Bose.

Julio Viera era además de muy conversador un gran bromista, su imagen de un hombre corpulento y sus largas melenas y barba salvaje sin ningún tipo de cuidado, daba lugar al que no lo conocía de una imagen de personaje que rayaba la locura. El lo sabía, y cuando en alguna barra de bar se acercaba alguna fémina y sobre todo si era joven, soltaba un gran gruñido cómo su fuera un gorila que espantaba a las chicas despavoridas del susto que les propinaba.

En cambio era un hombre bonachón y de muy calmado carácter. No era propenso a perder los estribos, algo que supongo que había adquirido en sus largos años de experiencia en el mundo de la farándula.

Que descanse en Paz gran artista, gran amigo y gran hombre, tan grande como era también físicamente